Foto sacada con Nokia Lumia, tratada con Lomogram. (Una calle cerca del CCPA).
Dos sillas solas, en la calle, bajo la luz, como si merecieran el escarnio público, acusadas, dolidas, molidas, quietas, desahuciadas, abatidas, despobladas de su fin de dar asiento... Escenográficas... Escenográficas, gráficas, icónicas, (¿iconográficas?) retóricas (mentira, mentira), descontextualizadas, descompuestas, despobladas, públicas, dolidas, acusadas.
Solas, solas, solas.
Estaba yo con las piernas inquietas y el alma descompuesta. Algo me llenaba de musgo el pecho, plantaba una asfixia que no sabía explicar. Piedras, piedras, piedras en la vesícula. Angustia en el esternón, nubes en la cabeza, garúa en el corazón. Allí estaban, las dos, solas. A pocos metros una de la otra... como si fuera un camino de soledades, de abandonos, de asientos sin peso, en el frío, en la noche, dolidas, huérfanas. El teléfono-cámara, unos segundos para atraparlas, para guardarlas para mí, aunque fueran de otros, sí aunque fueran (o no) de esos hombres que cuidaban lo que no era suyo, en silencio. Hice mía esa deliciosa luz ámbar, amarillenta, llena de texturas melosas, de preciosismo extraño.
Días después decido volver a mirarlas, a las solas, a las acusadas, a las dolidas sillas vacías. Las filtro, las enmarco, las despojo una vez más. Ahora son un conjunto drámatico (gua´u) de contrastes, de sombras. Las vuelvo a acusar, las dejo menos hermosas.
Blanco y negro, con el solo permiso de las escalas de grises.
Desahuciadas, acusadas, como en un interrogatorio infinito, como en un juicio. Signos-símbolos (nunca soy lo suficientemente precisa para saber la definición real-exacta) de algo que se siente pero no se dice. La espera (otra vez), el detenimiento (¿necesario?), el palo que se pone a la rueda. El adiós que no inicia, porque todavía no tiene "asiento".
Pienso, pienso, pienso, pienso, pienso, pienso.
(junto las piezas del rompecabezas en busca de respuestas)
Es hora de plantar la pieza fija, de hacer las paces para que no se olvide el estancamiento indigesto. Capa por capa poner argamasa a los ladrillos que pavimentan la permanencia. Dejar que madure un ejército sin mandíbulas, un conjunto de perlas desiguales con olor a puños de camisa. Dejar todo ahí, inscripto, en el fondo, en el descenso hacia el territorio minado y chato de la cordura. Porque ése es el estado de las cosas, porque no se puede hacer nada hasta que se tome el asiento conveniente. Hasta hallar asilo.
(dejo mi propia anotación en el libro de cuentas de este viaje hacia el Adiós)
asiento. (Real Academia Española)
(De asentar).
9. m. Descenso por mayor unión de los materiales de un edificio a causa de la presión de los unos sobre los otros.
13. m. Espacio sin dientes en la mandíbula posterior de las caballerías sobre el cual asienta el cañón del freno.
14. m. Estancamiento de alguna sustancia indigesta o sin digerir en el estómago o en los intestinos.
15. m. Capa de argamasa sobre la que se colocan los ladrillos, las baldosas, etc., cuando se pavimenta.
18. m. Estado y orden que deben tener las cosas. No se puede hacer nada hasta que se tome el asiento conveniente.
19. m. Contrato u obligación que se hacía para proveer de dinero, víveres o géneros a un ejército, a un asilo, etc.
23. m. pl. Tirillas de lienzo doblado que se ponen en los cuellos y puños de la camisa y otras piezas de ropa.
1. m. Ur. En los ómnibus urbanos, asiento para varias personas con el respaldo contra las ventanillas.
1. m.
Mata de la familia de las Papilionáceas, de 15 a 20 cm de altura,
redondeada, de ramas entrelazadas y muy espinosas, hojas lineares y
flores de color azul blanquecino o violáceo. Abunda en España y florece
en primavera y verano.
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