domingo, 1 de abril de 2018

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Función en Semana de teatro 2017

El Congreso Nacional arde, es la tarde noche del 31 de marzo, día fijado para la única función de Adiós Rohejata en la Semana del Teatro 2017.  Está todo listo, pero no habrá función. Todos sentados comemos el catering preparado por los compañeros del Cepate. Decidimos permanecer juntos, allí, a cuadras del incendio... Tratamos de elaborar ideas para explicar cómo los paraguayos pasamos de la apatía a la quema... Ensayamos muchas teorías, que van de la esperanza al descreimiento.
Hoy hace un año de ese día... Un año de la vuelta de esa obra que marca (marcó y marcará) un inicio en mis búsquedas (¿desde la dirección? ¿desde la dramaturgia?).
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En 2015, antes del estreno en el CCPPA, Ariel me dice: "Pero... vos... salís de escena... nos dejás", como si terminara súbitamente aquel verano... de comprender, que sí... que yo no iba a estar con ellos arriba... y que tal vez no volvería jamás... Creía yo entonces que esa agitación excesiva, esa sensación de atropello, de mareo, de exceso... no era para mí.  Quise iniciar... mi trabajo en otro sitio... desde la mirada.
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Es cierto que no siempre las cosas son como una las piensa... El teatro no me suelta... aunque a veces me ignora un poco. El eterno retorno se da cuando y donde una menos lo espera... Gracias a los colegas que piensan que soy graciosa como "dibujito viviente" en el teatro negro... o que estoy lo suficientemente loca como para encarnar un personaje de Arrabal, e incluso que puedo ponerme con solvencia en la piel de una madre que espera a su hijo en plena dictadura, el teatro me abraza...
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Es 2017, el Congreso arde a pocas cuadras... y nosotros agotados, con las luces montadas, en compañía de los amigos... sonreímos. "Tal vez así tenía que ser. Debíamos decir adiós sin decirlo... mientras todo se consume"...
Dos días después volvemos. Al mismo lugar, con los nervios de siempre, con la casa llena... con la incertidumbre de no saber qué puede pasar. Yo tomo el lugar de Nata... como alguna vez ella tomó el mío... y yo soy yo en escena (¿yo?) en esa ficción de las memorias de esas cosas que nunca fueron como se muestran... que nunca pasaron en la realidad... aunque pasen en la realidad.
Porque así es el teatro.
Entramos temblando a descorrer esas cajas (tantas cajas), y nos peleamos, cantamos, bailamos, nos emocionamos vertimos sangre en el piso y vivimos una vez más ese rito de comunión que nos une con nosotros mismos, con el que respira el mismo aire escénico, y con el público en sí.
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Las cajas reposan y reposan en La Caósfera... esperando una temporada que jamás se da. Reposan hasta que lo irrevocable sucede... la voz de la movilización, el espacio se reclama a sí mismo y las cajas de la mudanza tienen que mudarse...
Es verano de 2018... hace calor... Consigo que Hernán venga con Emi (al que le da un repentino deseo de conservar retazos de escenografía), que llegue Ariel, que Wolfie nos tenga paciencia hasta que sean las 20:00, horario fijado con los cartoneros. 
Benita y su marido (con el carrito)... se ocupan de que todo eso sea útil.  

Las cajas... cientos de ellas armadas entre todos, recogidas de la basura, de las florerías, de las casas de electrodomésticos, de las manos de Adri Casco que hasta hoy niega que compró muchas de ellas y se esconde detrás de una supuesta donación... se van.
Cientos de ellas pegadas entre todos, ordenadas por la imaginación de Adri Ovelar, iluminadas con la intuición de Selva, que se volvieron pantalla de las proyecciones de Juanchi, que estuvieron en la preocupación de Mauri, de Pauli, de Karen, de Adelaida Matiauda (que consiguió que un amigo suyo las subiera a su auto). 
Las cajas... en algún momento fueron estorbo para Aldana, fueron retratadas por Clari, tenían en varios lugares el nombre de cada uno (Ruth, Hernán, Ariel, Arturo, Nata), ocupaban mi casa. 
Las cajas... 
Así como dijimos al principio... Adiós Rohejata parte... 
Se vuelve sustento de otros (a nosotros ya nos alimentó bastante). 
Nos deja para volverse otra cosa... (Nada se destruye... todo se transforma).
Ahora está instalada en el alma y alimenta nuevas cosas... tantas cosas
No digo más... Nos estamos moviendo... Nos mudamos... Nos transformamos... 
¡¡¡¡¡GRACIAS!!!!!
Nuestro adiós (hasta luego)



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